jueves, 30 de noviembre de 2017

Col de la Schlucht-Sentier des Roches (Alsacia, Francia)

Sería imperdonable que alguien pasase por Alsacia y no hiciese esta ruta. Es, sin duda alguna, una 5 estrellas, comparable con cualquiera de las mejores rutas del pirineo francés, especialmente en su último tramo, el conocido como "Sentier des Roches".

Ruta circular que supone un total de 12 kms. Nosotros la hacemos dejando el "Sentier des Roches" para el final, en sentido contrario a las agujas del reloj. En el caso de disponer de poco tiempo, visitad únicamente el "Sentier des Roches", parte más interesante del recorrido, aunque recomendamos la ruta en su totalidad. Como siempre, adjuntamos fichero kmz para google earth.maps con la ruta completa. En este caso el kmz sigue el sentido contrario al que hicimos nosotros, empezando el recorrido por el "Sentier des Roches".

Nuestro recorrido parte de la zona de edificios con amplios aparcamientos de la estación de esquí del "Col de la Schlucht". Viendo estos nombres, y estando al lado de la frontera con Alemania, percibimos que esta zona ha tenido que sufrir un buen número de modificaciones de sus fronteras, especialmente en las dos guerras mundiales. Son muchos los nombres de origen alemán que nos encontramos en la zona de Alsacia. Sobre el tema, a posteriori nos documentamos y observamos que así ha sido durante los últimos 300 años, ahora tuyo, luego mío, para volver a ser tuyo. Los humanos estamos un poco locos, nuestra historia así lo testifica. Ni tuyo, ni mío, mejor de todos. Más información disponible aquí.

Desde la carretera principal cogemos sendero ascendente. Un cartel informativo nos introduce en la ruta.


Iniciamos un tramo de camino ancho bien marcado.


Por un bosque magnífico. En todos los días que pasamos por Alsacia y la Selva Negra alemana no conseguimos ver ni un metro cuadrado de bosque quemado. Nada parecido a lo que acontece en Galicia, tierra en la que abundan los pirómanos y que, sin duda alguna, pide a gritos que se tomen medidas duras y urgentes. Todos los años sufrimos grandes incendios. Todos los años nos anuncian medidas. Pero pasan las décadas y todo sigue igual. Bueno, igual no, son muy pocos los bosques autóctonos que nos quedan. Y a este paso, todo será una enorme plantación-huerta de eucaliptos.



Desde algunos puntos vislumbramos el valle, por el que haremos el retorno de la ruta. Tiene muy buena pinta, esperemos poder disfrutar de unas magníficas vistas desde lo alto. Seguimos subiendo en todo momento, con ligera pendiente.


A mita de subida observamos un espléndido mirador. Buff, !qué impresionante!. Dedicamos unos minutos a proporcionarle una sobredosis de estímulo visual a nuestros ojos.


Para continuar ascensión por bosque hasta salir a una zona llana de prados.


Se avanza por camino ancho a lo largo de la pradera.


A los 100 metros aproximadamente dejamos el camino a nuestra izquierda, por una zona de ligero ascenso.


Según vamos subiendo la niebla empieza a cubrirlo todo. Buff, con las vistas que habrá desde arriba.


Y cuando llegamos a la parte alta, con el valle a nuestros pies, el paisaje se torno totalmente blanco (siguientes fotografías). Al poco de salir de la zona arbolada se aprecia un cruce con varios senderos. Existe la posibilidad en este punto de coger un sendero a la izquierda que desciende de forma vertiginosa para cortocircuitar al fondo del valle el "Sentier des Roches". En este caso se quitaría a la ruta unos cuantos kilómetros. A pesar de la niebla, decidimos seguir sobre la ruta planeada, continuando por la parte alta por sendero estrecho bien marcado.


Aún con la niebla, hay tiempo para jugar.


En algún momento se aprecian ciertas formas al fondo del valle.


Señalar que en este tramo no seguimos el kmz. Avanzamos por un sendero unos cuantos metros ladera abajo. El otro nos parecía demasiado civilizado.


Un bicho con cuernos busca su camino entre la niebla. Estos si que se mueven bien.


En cierto punto iniciamos descenso por camino ancho, para llegar a un cordal entre dos grandes valles. El de la izquierda es el que traemos y por el que iniciaremos el retorno de la ruta circular. El de la derecha lo visitaremos mañana en otra de las rutas recomendables de la zona, aunque esto será otra historia. Aquí hay mucho y variado.


En la encrucijada tiramos de GPS para no despistarnos.


Desde este punto iniciamos un largo descenso, al principio ligero, entre grandes praderas, repletas de vacas cortando el césped. En esta zona se localiza un edificio, el Refugio de Schaeferthal. Entramos en el sendero Dagobert Schaeferthal.



Otra amiga con cuernos nos sale al paso.



Metidos en el valle llegamos a una zona con bastantes afloramientos rocosos.


Desde este punto unas terrazas naturales nos aportan unas vistas espectaculares sobre el Schaeferthal (siguientes fotografías).




Para volver de nuevo al sendero e iniciar un descenso ahora perdiendo cota rápidamente.


En algunos puntos nos encontramos pasamanos de metal.


Perdemos metros a gran velocidad.


En la parte baja localizamos, a la izquierda, desviándonos poco más de 100 metros de nuestra ruta, la Grotte Dagobert. Como habíamos visto dicha cavidad en nuestro topografía, íbamos provistos de frontales. Como buenos espeleólogos, todo agujero debe ser visitado. Para nuestra sorpresa, la gruta-abrigo no tiene más de 10 a 15 metros de desarrollo.


De vuelta al sendero, la pendiente se reduce y avanzamos por algún tramo horizontal, entre fantásticos bosques.


Para volver al maravilloso mundo de los descensos vertiginosos.


En algunas zonas aprovechamos pequeñas paradas para disfrutar de las vistas.


En el fondo del valle salimos a unas praderas, con pasarelas de madera.


Es una zona única, totalmente estética.




Para llegar al albergue de Frankenthal.



Aquí uno de los pequeños juega con un San Bernardo.



Como es habitual, no podemos resistirnos a tomar algo en estos enclaves (siguientes fotografías).





Seguimos por sendero que lentamente se va convirtiendo en un ancho camino. Ahora siempre perdiendo cota.


En cierto punto, pasados de largo más de un kilómetro, nos percatamos que no vamos por buen camino. Nos hemos pasado un desvío.


Un hongo nos trae recuerdos de nuestras lecciones del paleolítico y sobre los utensilios necesarios para hacer fuego. Aunque este yesquero no parece en absoluto.


No queda otra que volver sobre nuestros pasos y coger un cortocircuito para enlazar con el "Sentier des Roches".


En la siguiente fotografía de retorno por sendero a nuestra ruta. Afortunadamente el disponer de GPS nos permite buscar la ruta más corta.


Para finalmente volver al sendero planificado.


Una zona de bloques nos asoma a un gran valle.



Totalmente cubierto de bosque. Todo un espectáculo de la naturaleza. Además, no hay ni un metro cuadrado quemado, todo es verde.


Avanzamos por sendero estrecho, con alguna pasarela para atravesar pequeños torrentes. Un gran árbol caído ha sido seccionado para desbloquear la ruta.


En algunos puntos el bosque abre ventanas naturales al valle.


Un pelo-pincho ha caído desde lo alto.


En esta zona iniciamos el tramo más espectacular de toda la ruta.


Por estrechos senderos.


Siempre a cierta altura sobre los bosques al fondo del valle.


Disfrutando de diversas estampas panorámicas.



Con escalones naturales en otros puntos.


La cabra tira al monte y toda roca es buena para encaramarse a ella.


El sendero va ganando continuamente en atractivo. Escavado en la roca, con un gran número de pasamanos.


Unas veces subimos y otras bajamos. Grandes escalones de roca facilitan el camino.


En tota la ruta se aprecian grandes ejemplares de árboles.


Rocas y árboles conviven en perfecta armonía.


Mientras variadas capas de musgo ponen color al paisaje.




En algún tramo atravesamos zonas de bloques sueltos.


No hay pérdida posible, únicamente seguir el sendero.





En otro punto iniciamos un fuerte ascenso por sendero totalmente zigzagueante.


Muchas veces ayudados por pasamanos.



Hasta otro de los enclaves altamente atractivo. Por unas escaleras metálicas ascendemos a una pequeña cueva-pasadizo (siguientes fotografías).






En la siguiente fotografía el pequeño pasadizo.


Al otro lado nos espera un estrecho sendero, con bastantes tramos de pasamanos y, en algunos puntos, con cierta caída.



Se suceden todo tipo de tramos variados.





Casi siempre salpicados de zonas de pasamanos.


Hasta llegar a otro de esos enclaves únicos, ideal para reponer fuerzas. Una terraza con vistas al valle, con mesa y bancos.



Hemos empezado la ruta por la tarde y no queda mucho tiempo de luz. Pronto será de noche. Un poco de descanso y vuelta al camino. Para otra nos traemos el picnic.


Desde este punto entramos en la zona de sendero más espectacular, con algún punto a una cierta altura.


El sendero no es ancho, por lo que niños fuera de control en esta zona no es aconsejable. O mejor dicho, en formato aeropuerto, "please, don't leave your childs unattended".


Ellos avanzan siempre bien pegados a la pared, agarrados a los pasamanos.


Atravesamos una zona de pedreras.


Para entrar nuevamente en sendero bien excavado.


Entre roca y árboles.


Toca volver a subir.



Para llegar a otro espectacular balcón.


A una buena altura. Desde aquí se divisa el infinito.


Los árboles al fondo del valle se ven pequeñitos.


Yo de aquí no me suelto.



Y de aquí mucho menos. Realmente impresionante. Con un poco de calma y cuidado los pequeños disfrutan del entorno-sendero. Si alguno de los pequeños o participantes tiene vértigo, preferible no organizar este tramo de la ruta, mirando otras posibilidades sobre la cartografía de la zona.



El sendero está bañado de rocas, escavando un trazado altamente estético.



Los tramos de sendero cortados en la roca se suceden. Siempre con instalaciones de pasamanos que, más que seguridad, funcionan a modo de quitamiedos.


Ellos siempre pegaditos a la pared. Bueno, y nosotros también.


Algún derrumbe ha obligado a colocar pasarelas.



La carretera del Col de la Schlucht se presume próximo.


Un cartel nos anuncia el final de la ruta. Este sería el inicio de la andadura en el caso de hacer la circular empezando por el "Sentier des Roches". En caso de no tener claro este tramo, recomendable iniciar la ruta aquí y, según como vaya el tema, continuar o volver sobre nuestros pasos.


Unas escaleras nos deposita en la civilización.


En el Col de la Schlucht, punto de partida, finaliza esta ruta única que pasará a formar parte de ese pequeño gran grupo de senderos inolvidables.


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