jueves, 11 de octubre de 2012

Iniciación a la escalada para niños

Todos llevamos, en uno u otro sentido, un mono dentro. Viendo a los más pequeños las destrezas que tienen en escalada de una forma innata, cobra mucho más sentido el iniciarlos a una edad temprana. La evolución nos ha ido eliminando estas habilidades que, en cierto sentido, los más pequeños todavía presentan pero, en el caso de no hacerse nada, perderán con los años.

Si observamos a un pequeño de 3-4 años trepar por el típico boulder de presas de resina, vemos que todavía no han perdido la capacidad innata de distribuir el peso en tres puntos para asegurar el ascenso. Y lo hacen de una forma natural sin que nadie les haya explicado nada al respecto. Ese es un buen motivo para iniciarlos a temprana edad, para que no pierdan esas habilidades que, en cierto sentido, todos nacemos con ellas.

En este contexto, nada mejor para iniciar a la pequeña tropa que los boulder artificiales con presas de resina que nos encontramos en distintos puntos de nuestras ciudades y entorno.

Muy próximo a Coruña, en concreto en las cercanías de Betanzos, al margen del río Mandeo, se localiza un área de descanso que presenta dos estructuras de escalada, ideales para iniciar a los pequeños. Incluye grados bajos hasta algunos pequeños techos. La altura de estas estructuras está entre los 3 y 4 metros. Obviamente, deberemos tomar todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los pequeños (asegurarlos directamente desde abajo o, incluso, existe un gran número de spits que, llegado el caso, se podrían utilizar para asegurarlos con cuerda).

El entorno del Mandeo, el río negro, muy negro, nos recuerda a otro río-descenso negro, el Bras Noir.


Un puente de madera, que sirve de atalaya a los pequeños, para poder ver el río longitudinalmente, nos proporciona acceso al área.


Y llega el momento de dar los primeros pasos en vertical. ¿A qué niño no le gusta trepar?





Y también en estructuras más convencionales.
 

Recorremos los márgenes del río. Sus senderos son otra buena actividad para los pequeños.



El juego de cruzar el río también proporciona un buen entretenimiento.


Hasta los más viejos deciden quitarse las telas de araña de los brazos.


 
No pasa mucho para que los más peques sueñen con subir algún techo. Su musculatura todavía no da para eso aunque, seguro que no pasará mucho tiempo para que lo intenten de forma autónoma.



Los pequeños aprenden por imitación. Si haces algo, tratan de copiarlo.



En algunas ocasiones se producen atascos.



Con todas las formas y tamaños posibles.


Seguimos colgados.


Todo vale, incluso las repisas.


¿Quién llegará primero arriba?. La competición siempre aparece en toda actividad.



Es hora de dar por finalizada la actividad. La hidratación siempre es una buena costumbre.

 
 

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