Personalmente, pienso que es uno de esos lugares en los que reina la paz y tranquilidad, de esos que uno no quiere dejar. En sus últimas dificultades, al atardecer, solemos encontrarnos mirando hacia atrás, en dirección a la zona de la ermita, sin muchas ganas de dejar tan singular paraje. Aunque el barranco no es acuático (suele presentar poco caudal), y no tiene saltos o toboganes, ni una gran entidad a nivel deportivo, es un barranco al que personalmente tengo un gran cariño, tal vez por la grandeza y espectacularidad de su entorno.
Con niños, planificad un día completo, con calma y para disfrutar de este descenso. Aunque la aproximación puede resultar algo larga, por si sola vale totalmente la pena. En verano el sol pega duro. Recomendable gafas de sol, agua y comida, etc. En cuanto a material técnico, equipo de vertical completo, neopreno, 2 cuerdas de 15 metros y cuerda de "backup".
Existen en internet multitud de referencias a este barranco, con descripción de su aproximación y retorno, topografía, etc., etc. Incluimos en el siguiente enlace algunas de nuestras fotografías del descenso realizado en 2004.
►Fotografías de nuestra visita al barranco en 2004
Aunque la aproximación está definida en la entrada de referencia del primer párrafo de la presente entrada, incluiremos alguna fotografía de la aproximación de esta actividad, incluyendo algunas apreciaciones y puntualizaciones al respecto.
Entre los dos barrios de la localidad de San Julián de Banzo, en una curva cerrada a izquierda, sale camino de tierra a nuestra derecha. A los pocos metros un desvío en tierra a la derecha, con una señal que indica "San Martín". Cogeremos ese desvío a derecha (siguiente fotografía).
Puedes recorrer este camino de tierra en coche hasta el aparcamiento habilitado por el parque, próximo al cauce del barranco. En nuestro caso, por el tipo de vehículo que llevamos, decidimos hacer este camino a pié. A los pocos metros nos encontraremos una nave para el ganado a nuestra izquierda (siguiente fotografía).
De inmediato, a lo lejos, a nuestra izquierda, nos llama la atención el Salto de Roldán, con la Peña de San Miguel a la izquierda y la Peña de Amán a la derecha, con su característica estratificación (siguientes dos fotografías).
Seguimos camino, observando a lo lejos las montañas que "guardan" el Barranco de San Martín.
Llegaremos a un aparcamiento habilitado por el parque, punto en el que también se puede dejar el coche. Desde el aparcamiento seguimos ahora por sendero (siguiente fotografía) que desciende a buscar el cauce.
Unos metros antes del cauce nos encontramos algún cartel informativo de las rutas.
Luego recorreremos un pequeño tramo por el interior del cauce, en este punto totalmente seco. En cierto punto abandonaremos el cauce a nuestra izquierda y seguiremos por sendero, a cierta altura, por el margen derecho hidrográfico, para más adelante, volver a recorrer un segundo tramo metidos en el cauce.
Llegaremos a un punto, con un gran hito, y un cartel informativo, que nos marcará el lugar en el que abandonaremos definitivamente el cauce, siguiendo sendero por nuestra derecha siempre ascendiendo. Este punto será al que llegaremos en nuestro descenso del San Martín, compartiendo lo recorrido hasta el mismo como retorno.
Desde dicho punto nos meteremos en una zona de continua ascenso. Afortunadamente con bastante sombra en gran parte del recorrido.
Para llegar a un punto en el que debemos decidir entre dos rutas posibles, la primera, larga pero no expuesta, llamada de Los Burros o, la segunda, de La Viñeta, con algunos pasos expuestos. No debemos olvidarnos que vamos acompañados de niños. En el siguiente gráfico los desniveles y distancias por ambas rutas. Se observa una diferencia próxima al 1,5 Kms. De todas formas, la seguridad de los pequeños siempre debe primar por encima de todo.
En la siguiente fotografía en el entorno de la bifurcación entre ambas rutas posibles.
En este punto una cerámica nos recuerda el accidente mortal sufrido en este punto Alberto Lacasa y López a mediados del siglo XIX.
Aunque no tenemos muchos recuerdos del tramo expuesto de nuestra última visita, decidimos tomar el camino corto, ascendente. Primero por sendero ascendente entre bosque para, de inmediato, meternos en un par de tramos expuestos.
En la siguiente fotografía después de ascender la escalera de metal, tras un pequeño paso expuesto. En las zonas de mayor dificultad se ha equipado cable para asegurar la progresión. En esta zona cada pequeño iba acompañado de un adulto, ellos por delante, cerrando y controlando un posible resbalón. Aunque en nuestro caso no utilizamos material de seguro, no recomendamos esta ruta con niños en absoluto a no ser que se les asegure la progresión. Colocarles arnés con bagas de anclaje y casco para que progresen asegurados en los cables de esta zona. Siempre acompañados y supervisados por un adulto. Y en caso de duda, mejor seguir la ruta de los burros.
En la parte alta, en el llamado Collado de San Salvador, deslumbra la visión de las paredes del Circo del Barranco de San Martín.
Unos minutos de descanso en esta zona para disfrutar de las vistas.
Para, de inmediato, iniciar un pronunciado descenso hacia el cauce. Inicialmente por sendero cómodo (siguiente fotografía).
Siempre vigilados por las altas paredes del circo del San Martín.
El sendero desciende con fuerte pendiente. En varios puntos se ha equipado cable para asegurar la progresión. Según los niños participantes, se deberá tomar la decisión de asegurarlos con arnés o simplemente utilizar el cable como un pasamanos. Ojo con el cable, con el tiempo puede deshilachar y producir cortes. En caso de duda, dado que un resbalón podría suponer un buen montón de metros de caída, colocar arneses y bagas de anclaje para asegurar la progresión.
Una vez en el cauce, remontaremos el mismo, pero siempre por el sendero. El tramo de cauce comprendido entre el punto de llegada y la ermita de San Martín está prohibido. No se puede transitar por le mismo, por lo que siempre hacedlo por el sendero. Después de estos poco más de 150 metros, llegaremos a uno de los puntos más espectaculares de la zona, la ermita de San Martín, parcialmente excavada en la roca, con una cascada aérea de poco caudal próxima. Todo un espectáculo para los ojos, zona llena de calma y tranquilidad, ideal para reponer fuerzas.
En la ermita aprovechaos para visitar al santo. Por encima de todo, pedir al visitante que la zona quede en mejor estado del que nos lo encontramos. También dejamos un saludo en el libro de visitas de la ermita.
Uno de los pequeños aprovecha la caída de agua de la cascada próxima para refrescarse a modo de ducha. Es verano, hace calor.
Y para rematarla, descubren una escalera que les da acceso a la campana de la ermita. El tañer de la campana en tan singular valle es realmente fascinante. Les dejamos que la hagan sonar un par de veces, suavemente, para disfrutar de su sonido en tan peculiar paraje.
Una última fotografía de la ermita, que nos ha acogido durante un largo descanso, para iniciar nuestro descenso. Es, sin duda alguna, un lugar único.
Iniciamos el descenso por el sendero, para evitar el tramo prohibido por regulación del parque, para llegar a la zona de confluencia con la aproximación desde el Collado de San Salvador.
Seguimos cauce abajo, con los cascos puestos, pero sin equiparnos. En este descenso observaremos caídas de piedras en varios puntos, por lo que los cascos son fundamentales.
Poco más abajo el agua hace su aparición. Mientras podemos progresar sin mojarnos, seguimos descenso en modo pateo.
Las paredes ganan en altura. Miramos hacia atrás, hacia la zona en la que se localiza la ermita.
Varios destrepes nos obligan a hacer filigranas para evitar el agua.
Hasta cierto punto en el que no queda otra que conmutar a modo descenso, colocándonos neoprenos y arneses. El descenso está formado por aprox. 10 dificultades de progresión vertical que, en ningún caso, superan los 12 metros.
Algunas de las dificultades progresan en agua. En esta época del año, con muy poco caudal, aunque es de agradecer.
Los pequeños descubren instalaciones para montar rápeles guiados o para asegurar la aproximación a cabeceras, y deciden testearlos adecuadamente. Estos disfrutan con cualquier cosa, afortunadamente.
Las paredes se estrechan y ganan en altura. Las dificultades, con este pequeño caudal, no presentan dificultad técnica alguna, únicamente un cierto manejo de las cuerdas.
También hay tiempo para jugar con las maniobras en oposición.
Siempre siguiendo el único camino posible.
Ser pequeño tiene sus ventajas en algunos pasos.
Siempre todos juntos, nadie se separa del grupo, nadie se adelante, nadie queda atrás.
Sin casi tiempos muertos, se suceden las dificultades verticales.
Bueno, esto no me lo esperaba. No les llegaba con testear las cabeceras intermedias, que ahora me los encuentro cabeza abajo (siguiente fotografía). Estos piensan que están en un parque de atracciones. Llegados a este punto, después de un montón de horas de actividad, incluida la aproximación, es hora de calmarlos un poco y que se centren en las maniobras de progresión. El exceso de confianza es mal amigo de estas actividades y si encima tienes poco más de cinco años, mucho menos. Después de hacerles ver que esta actividad es para disfrutar, pero siempre con sentido, seguimos descenso.
Siempre buscando la mejor técnica de descenso, la que facilite la progresión y minimice el gasto de energía.
Y con una sonrisa en la cara.
Para volver a las maniobras de oposición.
Y vuelta a cuerda.
Con el sol cayendo en el horizonte, llegamos al punto de confluencia con el sendero de aproximación, para volver sobre nuestros pasos de retorno. En el sendero de ascenso al aparcamiento del parque, disfrutamos de la puesta de sol.
En el último tramo, entre el aparcamiento y la carretera, decimos adiós al sol. La noche empieza a caer. Ha sido un día completo, lleno de muchas imágenes que quedarán seguramente en la memoria de la tropa pequeña.
Descenso recomendable para hacer con niños, siempre y cuando estén acostumbrados a largas caminatas. La aproximación no es corta. Planificad para un día completo en los meses de estiaje, cuando el caudal es muy bajo. Lo mejor del descenso, sin duda alguna, la grandiosidad del entorno, posiblemente una de las zonas más espectaculares de la Sierra de Guara. Los pequeños deberán tener unos mínimos conocimientos de progresión en cuerda y, de ser necesario, asegurarles la progresión. Es obligatoria el neopreno. Incluso en pleno verano se entrará en agua. Aunque no hay pozas que requieran nadar con un caudal bajo, es recomendable que los pequeños sepan nadar. Obviamente, con caudal alto no es descenso para niños. En cuanto a los tiempos, aproximación de 3h., descenso de 3h. y retorno 45m. Obviamente, según el número de niños participantes, y su condición física y técnica, estos tiempos podrían incrementarse. Además, siempre se debe mantener un ratio adecuado de niños por adulto. Contad con margen de tiempo suficiente para cualquier imprevisto. Planificad sobre 7 h. en total. con margen suficiente para disfrute de los niños. Necesario 2 cuerdas de 15m. y cuerda de "backup".
Como siempre, aunque creo que sobra decirlo, en el caso de que no seas practicante de este deporte y quieras introducir a pequeños en este mundo, la mejor opción son las empresas del sector.
Más información de este descenso en www.topocanyons.info.
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