lunes, 15 de octubre de 2018

Vallon de la Carléva (Breil Sur Roya, Vallée de la Roya, Alpes Maritimes, Francia)

Carléva significa, desde el punto de vista del barranquismo, toboganes. Este tipo de dificultades suele ser la que más le gusta a los niños. Era de esperar. En varias ocasiones les hemos hablado de este barranco, como ejemplo claro de descenso para disfrutar desgastando las culeras de los neoprenos. Es el momento de que se metan en el Carléva. Antes de nada, queremos indicar que no es descenso para niños, por lo largo de la aproximación y su duración-tiempo. De todas formas, los pequeños llevan encima un buen número de descensos en los últimos 7 años y así es totalmente factible un Carléva, siempre y cuando tenga poco caudal. Estamos a finales de agosto y es buen momento para hacer su descenso con niños.

Desde Breil Sur Roya, punto de partida de la aproximación, madrugamos mucho para evitar el sol en la aproximación. A pleno sol es poco divertida. A las 7:30 estamos levantados para, a las 8:30 iniciar la pateada. La aproximación supone un total de 6 kms. con un desnivel de 616 metros. Tocará subir bastante. Aunque en 2h40m estábamos al inicio del barranco, planificad para 3 horas de camino o incluso más, según los participantes. Repito, a primera hora de la mañana se lleva muy bien esta aproximación. A pleno sol, ????.

Se incluye un kmz con la aproximación al Carléva. En la siguiente imagen el gráfico de la ruta de aproximación, con su curva de desnivel.


Salimos de Breil Sur Roya y pasamos por su monumento a los caídos. Casi todos los pueblos de Francia, Italia, ..., tienen su monumento a los caídos en las dos grandes guerras. La historia de la humanidad está escrita, casi en su totalidad, en base a guerras. Somos una especie bastante salvaje. En la siguiente fotografía en la placa a los caídos en Alsacia. En nuestras visitas a algunas de estas zonas, como Alsacia, en Francia, o Dolomitas, en Italia, se aprecia, en cierto sentido, que las heridas no están cerradas. Esas fronteras que han ido cambiando de manos, a golpe de proyectiles, siguen ... Esos nombres alemanes en muchos pueblos de Alsacia, o sensaciones similares en Dolomitas respecto a Austria, hacen pensar que el futuro es realmente incierto. Afortunadamente, ahora las guerras se hacen en otro tablero, el económico. Para los mortales siempre es preferible una guerra de finanzas y deuda, a la de los proyectiles. Quien sabe, puede que algún día asistamos a la entrega de territorios como forma de pago de deuda. De hecho, creo recordar que en su día, no hace mucho, corrieron algunos rumores sobre el pago de deuda griega en la forma de entrega de un cierto número de sus numerosas islas. También estamos asistiendo a la creación de un nuevo bloque, GB deja la UE en el llamado Brexit. Puede que pronto le sigan otros, conformando lo que se podría definir como los dos grandes bloques de esta eterna y convulsa Europa.


Volviendo al Carléva, atravesamos Breil Sur Roya por calle paralela a la carretera principal.



Culebreamos por alguna de sus calles siempre hacia sus afueras. Aunque si sigues la principal sin coger desvío alguno también llegarás al mismo punto.


Dejamos el núcleo por la Rue de la Place Rousse que finaliza en un cartel que nos señala al vallon de Carléva. Avanzamos por un sendero ancho hasta encontrarnos la capilla de Saint-Antoine (siguiente fotografía).


Unos metros adelante atravesamos un arco en piedra (siguiente fotografía).


Para continuar por sendero a cierta altura sobre río Roya, por su margen izquierdo.


Llegaremos a un desvío a izquierda, en el que se localiza un altar con virgen. Es curioso, tiene la misma arquitectura y color que el que nos encontramos en al aproximación al descenso del Río Barbaira. Cogeremos dicho desvío a izquierda. Aquí iniciamos los más de 600 metros de desnivel que tendremos que ascender. En zig-zag iremos cogiendo altura rápidamente.


Varias construcciones aisladas surgen al margen del sendero.


A cierta altura, en una de ellas, se localiza una espectacular piscina, colgada en el valle, con unas vistas únicas. Lo que se ha montado este vecino aquí.


Sin descanso el sendero continua ascendiendo en todo momento.


Vamos sumando kilómetros con pequeñas paradas para disfrutar del valle.


Un pequeño tramo sin pendiente, nos hace pensar que ha terminado la subida. No es así, rápidamente volvemos a iniciar nuestro ascenso.


Subir y subir, nos pasamos el día...


Las vistas del valle son cada vez más impresionantes. En todo momento divisamos, a cierta altura, el valle de nuestro descenso.



Otro pequeño tramo sin pendiente.


Con el gran valle a nuestros pies.


Pero no, volvemos a iniciar subida.



Pequeñas paradas para descansar y disfrutar del valle.


Ahora si, se aprecia la zona en la que el sendero confluye con el Carléva. Iniciamos un pequeño tramo de bajada.


Hasta el propio cauce, que nos recibe con un buen número de carteles informativos sobre normativa del descenso, etc.



Unas chocolatinas antes de la actividad y nos pasamos a modo neopreno.



Avanzamos por un tramo inicial sin interés alguno. Aprovechamos en todo momento los varios senderos que discurren paralelos al río.


Lentamente van apareciendo las primeras dificultades, de pequeñas dimensiones, como el siguiente mini-tobogán.


Algún rápel en seco.


O pequeños saltos, como el de la siguiente fotografía.


Algún destrepe y, en este tramo inicial, poca cosa más. En algunos puntos del descenso, en los que el vallon se abre ligeramente, se localizan unas placas que identifican zonas de evacuación en helicóptero. Es agradable ver que el tema rescate en el descenso está bien planificado.


Sobre el caudal, queríamos poco al ir con niños, aunque algo más nos vendría bien para los toboganes. De todas formas, así mejor a llevar demás. Diferentes aportes irán metiendo agua según avanzamos en el descenso.

Llegamos a lo que parece un gran tobogán que, aunque posiblemente se pueda hacer como tal, tomamos la decisión de hacerlo en cuerda. Analizando su fisonomía decidimos que es totalmente recomendable en cuerda. Con un gran repisa a su parte final, apunta a que una lesión en caso de hacerse como tobogán es bastante factible. En el caso de ir a parar a dicha repisa, romper algún hueso puede ser bastante fácil. Ante esto, a cuerda.


En la siguiente fotografía se aprecia la dificultad desde abajo. En la parte baja se observa esa oquedad que apunta, en caso de entrar en dicho espacio, a una muy factible mala experiencia para los huesos. Por cierto, sería de agradecer que algún gran conocedor de este descenso hiciese algún tipo de publicación analizando todos y cada uno de los toboganes del Carléva, especificando la forma de entrarles, dificultades, técnica, etc.


Está claro que entramos en zona de toboganes, la tónica general del Carléva. Entre rayos de sol, que nos llegan entre los árboles, accedemos a otro tobogán, de menores dimensiones, pero "chulo". Sencillo y limpio sirve para que las culeras de nuestro neoprenos empiecen a calentar.

Incluimos enlace a un video FULL-HD de los pequeños progresando en este tobogán.


En la siguiente fotografía uno de los pequeños progresando en el tobogán.


Ahora si, llegamos a la cabecera de unos de los numerosos grandes toboganes del Carléva. Con cierta verticalidad, para evitar sustos, colocamos cuerda sus dos primero metros, para hacer una entrada limpia al mismo.

Incluimos enlace a un video FULL-HD progresando en este tobogán.


En la siguiente fotografía el tobogán con uno de los pequeños en el punto de entrada al mismo.


Sin tiempos muertos llegamos a otro más. Como casi siempre, montamos un par de metros de cuerda para que la entrada al tobogán sea limpia, evitando volteos o malas posiciones en la progresión. Esta será la tónica habitual en casi la totalidad de los toboganes.

Incluimos enlace a un video FULL-HD progresando en este tobogán.


En la siguiente fotografía uno de los pequeños en el punto de entrada al tobogán, colocándose para el descenso.


Y en las siguientes el más pequeño de los participantes haciendo lo suyo.



En todas las dificultades también existen cabeceras para progresar en cuerda, para aquellos deportistas menos amantes de los toboganes.


Y cuando todo apuntaba a que habíamos hecho toboganes grandes, nos asomamos a la cabecera de un gran tobogán, de muchos más metros que los anteriores. Realmente espectacular. Como siempre, los viejos delante y los "patitos" detrás. Este tobogán, con su buen número de metros, y una considerable verticalidad, presenta en su tramo superior un nervio de caliza atravesado que podría desestabilizar la progresión, lo que supondría un cierto riesgo.

Incluimos enlace a un video FULL-HD progresando en este tobogán.

En la siguiente fotografía el tobogán desde la cabecera.


Y en la siguiente desde la poza de recepción.


Como en las anteriores dificultades, colocamos unos metros de cuerda para evitar dicho nervio y entrar así de forma limpia al tobogán. Además, los niños, con su poco peso, pueden sufrir un mayor desequilibrio ante estos puntos. En la siguiente fotografía el tobogán desde su base.


Y en la siguiente el tobogán con una par de marcas en rojo, una de ellas indicando la zona del nervio de caliza, longitudinal. En la parte alta, una flecha identifica la posible zona superior de entrada al tobogán. Desde dicho punto podría producirse un desequilibrio en la zona del nervio, especialmente pensando en el reducido peso de los pequeños. Como casi siempre, decidimos evitar incidentes y, o, lesiones. Se colocan unos metros de cuerda para entrar al tobogán pasado el nervio.


En la siguiente fotografía uno de los pequeños entrando en cuerda para descender a la zona del nervio.


Luego, a remontar por el margen izquierdo para hacer varios saltos. Aunque esta dificultad se puede remontar en su totalidad decidimos, después de varios saltos, continuar con el descenso.


Y en este punto se produce un percance con mi cámara de fotos. Está claro que voy viejo y que cada día veo menos. Un mensaje de tarjeta llena hace que el resto del descenso y los muchos y grandes toboganes existentes, queden fuera del reportaje fotográfico. La verdad, casi lo he agradecido. Empezamos a ser demasiado esclavos de nuestra electrónica. Además, al regresar a casa, comprobé como gran parte de las fotografías de este descenso tenían que ser eliminadas por problemas de mal enfoque y encuadre. La verdad, en la actualidad no veo nada en la pantalla de la cámara, únicamente manchas. Y lo de ver cómo están configuradas sus opciones y botones, algo inviable para el estado actual de mi vista. Lo de llevar gafas en los descensos es algo que no me he planteado todavía, aunque a este paso... Menos mal que los mosquetones son grandes y los nudos los puedo hacer con los ojos cerrados, ... !!que chungo es hacerte mayor!!

Por delante queda un gran número de espectaculares toboganes, de todo tipo de tamaños y formas, aunque la mayor parte con un considerable número de metros. En el resto del descenso hacemos la totalidad de los toboganes, siempre analizando su fisonomía y colocando en varios de ellos unos pocos metros de cuerda para entrarles en el punto idóneo, evitando así incidentes-accidentes. Cabe reseñar que únicamente me aventuré a hacer uno de los grandes desde el inicio del todo y, en un giro de la parte alta, me puso en horizontal, progresando la totalidad del tobogán en dicha posición. No fue agradable y placentera la entrada en agua. El exceso de ánimo para los que somos amantes de los toboganes no es buena consejera. Analizar las dificultades y tomar las decisiones oportunas para minimizar incidentes es el mejor proceder. No es aconsejable el venirte arriba en este tipo de dificultades.

También localizarás otro bonito tobogán, de los muchos existentes, con formas onduladas, con tres giros, de los que te pegan un par de meneos, para luego despedirte en aire a la poza de recepción. Bonito, totalmente recomendable, pero un poco brusco en los meneos. Mi empastes no llevan bien este tipo de meneos. Los pequeños lo disfrutaron mucho.

En resumen, de los muchos toboganes existentes, analiza su fisonomía para buscar el punto adecuado de entrada y, en caso necesario, coloca unos metros de cuerda.

No debes olvidar que se debe evaluar siempre el punto de recepción en todo salto o tobogán, que puede cambiar con el tiempo, arrastre de ramas y troncos, etc., para evitar accidentes, especialmente con pequeños. Creo que sobra decir, aunque no está mal recordarlo, que en toda dificultad en la que participan niños, siempre debe abrir y cerrar un adulto.

En el descenso también encontrarás una zona de estrechos-oscuros totalmente espectacular, con un gran número de formaciones que le dan un aspecto casi de espeleo.

Un descenso único, una maravilla, especialmente para los amantes de los grandes toboganes. Han pasado meses y ellos todavía hablan del Carléva.

Este descenso puede suponer entre 5 y 6 horas, según grupo. Si a esto le unimos las 3 horas de aproximación, estaremos en las 9 horas. Con el tiempo de cambiarnos, comer, etc., planificad la actividad para unas 10 horas, dejando margen de día para cualquier complicación extra que pueda surgir.

Salimos del Carléva, con tiempo suficiente para un paseo por Breil y un baño en el río Roya.


No hay comentarios: