lunes, 9 de septiembre de 2019

Cueva Fresca con niños (Arredondo, Cantabria)

Antes de nada, queremos dejar constancia de que este tipo de actividades con niños, no están pensadas para coger el picnic, a los abuelos, la linterna del todo a cien, y para dentro. Es necesario, por un lado, que los participantes, niños y mayores, dispongan de seguro deportivo, así como tener un mínimo de experiencia en la progresión en cuerda. El tramo de Fresca que haremos no es complicado, pero sí requiere un mínimo de condición física y progresión en cuerda, especialmente en pasamanos. Sirva esto para evitar que alguna familia se meta en este tipo de actividades, sin experiencia alguna, mal equipados, sin seguros deportivos, etc. En el caso de que esta sea tu situación, te recomiendo que contactes con alguna de las empresas que ofrecen esta actividad, ellos te guiarán adecuadamente, además de proporcionarte el material necesario, así como un seguro de actividad.

Son varias las cuevas y travesías que hemos realizado, sin niños, en Cantabria. Curiosamente, Fresca, o su travesía Tibia-Fresca, no se encuentra entre ellas. Tal vez por eso me atraía especialmente el meter a la tropa pequeña en Fresca, cueva que nunca había pisado hasta la fecha.

Se incluye un completo reportaje fotográfico de la actividad Cueva Fresca.

El día comienza en la localidad de Arrendo, núcleo que nos trae una gran cantidad de recuerdos de nuestras incursiones espeleológicas hace un buen montón de años, época en la que te podías encontrar con espeleólogos de una gran cantidad de nacionalidades. Nos adentramos por el valle del Asón, pasando por Cubera, y cambiamos de margen de río. Pasamos el pueblo de Asón, dirección al nacimiento. Antes de iniciar fuerte ascenso nos encontramos desvío por carretera estrecha a derecha. En esa zona se localiza una gran casa con mucha zona de aparcamiento delante. Un buen número de carteles de prohibido aparcar hace que busquemos otro sitio. Molestar a los vecinos de la zona es lo último que buscamos. Como el desvío-carretera parece estrecha, y vamos en autocaravana, decidimos seguir carretera arriba hacia el nacimiento del Asón, dejando el vehículo en un aparcamiento a derecha amplio, al lado de la carretera. En caso de ir con coches, coged el desvío hasta final de carretera. Hemos aparcado lejos y toca caminar. Con todo el material preparado, iniciamos descenso por carretera. Aunque nos plantemos descender a la carretera inferior, que circula por el valle, por el margen de algún prado, observamos que los vecinos-propietarios han tirado alambrada y, en otros casos, ramas, para evitar que se pase. Ante esto, descendemos por la carretera hasta el desvío.



La pequeña carretera nos lleva hasta una iglesia y unas casas de turismo rural, las casucas del Asón. Pasado este alojamiento hay espacio para dejar varios coches. Este sería el punto de partida ideal de la aproximación.


De inmediato un puente nos cruza el Asón.


Y cogemos a izquierda por camino ligeramente ascendente.


Hasta unos prados con construcciones típicas de piedra.




En esta zona iniciaremos ascenso por un bosque que, en poco más de 10 minutos, nos dejará en boca de cueva. Según cogemos altura observamos nuestra casa con ruedas al otro lado del valle.


Siempre sendero arriba.



En cierto punto del sendero notamos algo de frescor, una corriente de aire. Es indicativo de que la boca está cerca.


No muy grande la boca de cueva, tira una gélida corriente de aire. Nos apartamos de ella para cambiarnos y equiparnos. Los niños entienden el motivo del nombre de la cueva, Fresca, aunque dentro comprobarán que es sin duda el adecuado a esta maravilla de la naturaleza. El tramo que vamos a hacer no tiene muchas complicaciones técnicas. Los pequeños únicamente llevan, además de casco y frontal, y ropa adecuada, arnés con bagas de anclaje. Nosotros llevamos equipamiento completo, tanto de ascenso como de descenso, por lo que pueda surgir. No conocemos la cueva y nunca sobra tener independencia total de movimiento en eje x-y-z.



La boca de cueva nos da acceso a una sala de entrada de dimensiones moderadas. Accedemos de inmediato a dos laminadores que nos obligan a gatear. Ellos lo llevan bien. Un viento frío atraviesa a cierta velocidad esta zona. Realmente es fresca esta cueva.


Para llegar a un resalta ascedente de poco más de 2 metros. Está equipado con cuerda fija, embarrada, por lo que resbala bastante. Aseguramos el ascenso de los pequeños desde cabecera. Entre el material que llevamos hemos metido una pequeña cuerda para este tipo de tareas. El ascenso nos deja en un balcón, desde el que hacemos una sencilla destrepada.


Las dimensiones de la galería principal crecen considerablemente. El techo se vislumbra lejos, a cierta altura. Seguimos por dicha galería descendente. Cuidado con los resbalones.


Para de inmediato meternos en unos largos pasamanos, por la derecha de un profundo desfonde.



Ellos aprovechan para observar algunas de las muchas formaciones de Fresca.


Algunas parecen las fauces dentadas de un cocodrilo, eso dicen.


Avanzamos por un cañón de grandes dimensiones, espectacular.


Hasta llegar al conocido bloque64, de grandes dimensiones, empotrado en medio de nuestro camino. Salvamos el bloque por su derecha, por un largo y atlético pasamanos.












Después de una trepada entramos en una zona ciertamente embarrada, que ha resultado de lo más divertido para ellos.



Para llegar a una zona con alguna bonita formación con caída de agua desde las alturas. Estamos en la fuente de los macarrones.





Seguimos por el cañón hasta el paso de Triacastín, una grieta de unos pocos metros de ancho sobre un desfondamiento perpendicular de una veintena de metros. Paso entretenido y atlético.




La galería continua, rectilínea.


Para llegar a la vira de la araña. Aquí dos de los integrantes esperan. Otros dos continuamos por los atléticos pasamanos de la vira de la araña, con un considerable desfonde. Para acceder a estos pasamanos es aconsejable equipo de ascenso. Aunque hay cuerdas, están bastante embarradas y el ascenso a los pasamanos no es para niños, a no ser que lleven equipo de ascenso. Mientras ellos esperan atravesamos la vira de la araña y seguimos por la galería principal dirección a la gran sala Rabelais. Galería adelante nos topamos con otro largo pasamanos, que requiere un ligero ascenso. Hemos dejado atrás a dos del grupo, esperando, y sabemos que estar parados en largo tiempo en estas cuevas hace que rápidamente te coja el frío. No queremos eso para el pequeño que espera, por lo que en este punto iniciamos el retorno a boca de cueva.


El goteo hace unas bonitas pozas en la arena.


Y el paso deja unos curiosos surcos en la zona de barro.




También hay alguna que otra pintada, del "paleolítico". En aquellos años está claro que la conservación de las cavidades no era prioritaria en las actividades. Afortunadamente ahora ha cambiado mucho, y sería impensable tal tipo de actuaciones.


Regresamos sobre nuestros pasos disfrutando de los pasamanos.





Observando algunas formaciones que nos pasaron desapercibidas en la entrada a cueva.


Algunos pequeños macarrones.


Y cómo el agua ha labrado la caliza.



La caliza puede coger multitud de formas y colores.


Una pequeña y conocida trepada.





Lo que antes era trepada, ahora toca descender, ayudados por una cuerda en fijo.



Los laminadores, con su característico y helado viento.



En la sala de entrada fotografiamos algún hueso que se localiza en superficie. Parece claramente reciente.



El calor del sol se agradece.


Bosque abajo nos aproximamos al fondo del valle.


En las alturas nos espera nuestra casa con ruedas.


Un toro decide bloquearnos el camino. Está esperando por las vacas.


La pastora guía nuestro camino.


En las alturas, los grandes bloques de caliza resultan imponente.


Desde la autocaravana observamos la ladera en la que se localiza la boca de cueva y tratamos de identificar el punto exacto de la misma.

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