Aprender de nuestros errores e informar de los mismos puede ayudar a evitar incidentes-accidentes futuros.
Esta entrada se une a la serie que bajo el título Nuestros Enemigos, cubre distintos ámbitos relacionados con nuestra seguridad y las posibles lesiones. Esta entrada constituye la segunda entrega tras la dedicada a los Golpes de Calor.
Al forzar una articulación puede producirse una separación momentánea de los extremos de los huesos que la forman. En estos casos solemos terminar con una rotura parcial, en el mejor de los casos y que suele ser lo habitual, de los ligamentos de dicha articulación. Por cierto, dichos ligamentos son los que mantienen unidos los huesos que forman la articulación. En el peor de los casos, normalmente ante un fuerte golpe, podemos llegar a la rotura total. En nuestro deporte tal vez el esguince más típico sea el de tobillo y rodilla, aunque también tenemos constancia de otros casos, como por ejemplo de cervicales. Los dos primeros casos normalmente en la progresión típica en los barrancos o pequeños saltos. En el caso de las cervicales, hemos detectado algunos casos en saltos muy mal realizados. En el caso de grandes golpes posiblemente también estaríamos hablando de fracturas, hemorragías, etc.
Ante un incidente de este tipo en primer lugar habrá que proceder con las técnicas de autosocorro oportunas sobre el compañero accidentado, especialmente en el caso de que su propia integridad corra peligro, y siempre pensando en la propia seguridad del autosocorrista-s. Una vez situado en lugar seguro se inmovilizará la parte afectada. Los síntomas típicos de dolor pueden hacer que el accidentado presente mareos y desorientación. En todo momento se deberá actuar con serenidad y que el accidentado vea que todo está bajo control (aunque no sea del todo así).
La parte afectada por el esguince sufrirá una cierta inflamación, por lo que aplicar frío de forma local será una buena medida (el agua de nuestros descensos suele estar fresquita). Bien, y ahora que todo está más o menos controlado, sin contar con el dolor que nuestro compañero pueda padecer, ¿qué hacemos?. Lógicamente si disponemos de antiinflamatorias, el compañero los agradecerá. Forzar cualquier lesión puede ser muy poco aconsejable, por lo que posiblemente la mejor opción sea que alguien quede en compañía del accidentado y otro-s salga-n del descenso para dar aviso al 112. Obviamente, en muchas ocasiones se toma la decisión de, si es posible una cierta movilidad por parte del accidentado, tratar de salir del descenso por nuestros propios medios. Como toda decisión que se toma en la vida, puede salir bien, regular o mal. Movilizar un grupo de rescate implica a muchas personas y medios. En otros casos el rescate obligará a que el accidentado y acompañante-s puedan tener que hacer noche en el descenso, tal vez sin el material más adecuado para tal tarea. En este tipo de decisiones entrará claramente el accidentado, su situación y movilidad, el conocimiento o desconocimiento que se tenga del descenso, el punto del mismo en el que nos encontremos, etc.
Como ejemplo de esguinces en descenso de cañones, en este caso incluiré uno sufrido por mí hace unos años en el Río Verde, uno de los clásicos de Andalucía. Como nota aclaratoria de dicha lesión, el exceso de confianza es un mal compañero. Pagar el exceso de confianza con un simple esguince es tener suerte. El motivo de la lesión, progresar a toda leche y no de forma totalmente controlada. Cargado con una saca a la espalda saltar sobre uno de los pies desde cierta altura sobre una panza de roca de 60 grados de pendiente suele producir un juego brusco de movimiento en el tobillo que no suele gustarle a los ligamentos. Hay que respetar los límites de velocidad para evitar incidentes y, por cierto, los humanos no sabemos volar. En este caso tomamos la decisión de salir del descenso por nuestro propio pie, aprovechando que las lesiones en caliente son más llevaderas, menos dolorosas, aunque puede producirnos un mayor grado de lesión. Y recuerda que una lesión mal curada-tratada puede hacer que, de una u otra forma, te acompañe durante muchos años.
Mi gratitud al Dr. Carlos Cajal Cernuda, del Ambulatorio San José de A Coruña, por el excelente trato y profesionalidad en la reparación de mi lesión.
Si alguien del mundo sanitario llega a este punto agradecería cualquier complemento o aportación (sección comentarios) desde el punto de vista de un profesional de la salud, especialmente considerando las condiciones en las que se producen este tipo de lesiones en nuestro deporte.
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